lunes, 24 de mayo de 2010

XIV: Why can we be in love

Podría tomar un poco de coraje de mis palabras y salir de ahí, pero habiendo tantas vidas en juego, me sentiría demasiado mal después. Un pequeño cliqueo se escuchó desde afuera de mi ventana, me acerqué a ver de quien se trataba, pero al ver el rostro preocupado de Thomas abajo junto al árbol cerca de mi ventana, dejé la ventana cerrada, y me senté en mi cama. Pasaron aproximadamente doce segundos hasta que le escuche trepando el árbol y abalanzándose a mi ventana. Me quede mirando mientras esperar a que se cayera, aún sabiendo que eso no pasaría.
-No necesito hablar con nadie, así que te podes ir-le dije una vez que piso mi cuarto.
-Tu… cabello…-me dijo sorprendido y tal vez asustado.
-Me hacía demasiado lenta-le dije un poco molesta a su reacción, aún sabiendo que estaba realmente horrible.
-¿Para qué necesitas correr?-me preguntó sin entender-¿No vas a escapar, o sí?
-Tal vez…-le dije encogiéndome de hombros.
-¡NO! ¡¿Por qué nos vas a dejar si fuiste vos la que ocasionó todo?!
-¡Por qué no es mi batalla!-le grité de nuevo.
-¿No…? ¡¿Qué…?!-balbuceaba sin sentido-¡Sabes muy bien que lo es!
-No es, por que ustedes desde el principio querían despedazarse, yo no quiero ser parte de eso… ustedes solo buscaron una razón por la que hacer eso, y que yo me enamorara de Jared, fue perfecta, decime que miento y me quedo-hubo silencio pero solo porque no quería que me marchara-es obvio-me volví a mi espejo para dejar de mirarle.
-Tienes razón-admitió-No perteneces a esta manada… esta no es tu historia…-vi como una pequeña sonrisa se reflejó en el espejo desde donde él estaba parado-Vos sos la heroína de esta historia, no necesitas ser salvada-saltó por la ventana y yo corrí a verle alejarse.
De algo podía estar segura, esa noche, sangre correría en el bosque, y probablemente, mucho de los lobos de mi manada, no volverían a casa.
Pero a pesar de que me sentía milésimas de gramos culpable, iba a escapar de ahí. Claro que algo me impedía salir y era el constante zumbido de la voz de Jared en mi cabeza, en cada pensamiento escondido dentro de mí, era casi imposible ignorar su voz diciendo mi nombre, o su simple sonrisa riendo con tanta libertad… Me desvié y di unos pasos hacia el patio de Jared antes de entrarme en el Bosque, no quería hablar con él, no quería que se enterara de lo que estaba por hacer, no quería mirarle porque estaba demasiado enojada con él. Pero el susurro de su voz me guió hasta un lugar en el bosque que no conocía. Sus manos heladas por fin tocaban las mías, y entendí por que evitaba tanto ese contacto, se sentía tan insoportable su piel sobre la mía que no creía que lo podría soportar, era un ardor que no quemaba ni congelaba, era más como una electricidad que contaba los segundos para explotar.
-Quiero dejar de estar tan imbécil contigo, por el simple hecho de que nunca va poder pasar nada en serio entre nosotros, aun que lo quisiéramos, sería una pérdida de tiempo-su voz sonaba tan seria y tan serena que fueran las que fueran sus palabras, hubieran sonado convincentes-Tal vez tú piensas lo mismo… que soy estúpido, malo…-la formalidad de sus palabras me encantaba.
-¿Entonces?-bufé-¿Qué hacer?
-Sabemos que esto va a terminar aquí, ¿para qué seguirle dando vueltas?
-Porque si sentís algo… Podes hacer algo al respecto…-esperé una respuesta, pero después de ver mis ojos unos largos segundos, negó con la cabeza.
-Quiero terminar con todo esto… por qué solo me gustas, y… eso-su imagen poderosa y hermosa daba la impresión de que no podía ponerse nervioso, pero después se quedaba sin palabras y no sabía que decir, sus labios se movían de aquí para allá con constante timidez-Tenerme como algo más que… tu… amigo… es inútil, y lo sabemos.
-¿Entonces?-repetí.
-Llegamos al fin de algo que nunca comenzó. A pesar que se que después vas a sentir gran rencor y odio-su rostro se llenó de dolor, yo levanté la mano que no sostenía y la sobre pase por su delicado y pálido rostro.
-Ya te odiaba de por sí-me burlé acercándome a él a una distancia extremadamente peligrosa.
-Eres tan diferente a todas las demás personas…-suspiró dejando salir mucho aire que de seguro no le era necesario en sus pulmones-… a todas las demás chicas…
-Yo soy de otra historia, ¿eh? Puede que esa ventaja no la tengan muchas chicas.
-Ninguna que conozca-para ese entonces sus labios completamente helados tocaron los míos, y nos desatamos en el más largo y perfecto beso, de mi vida.
-Buena suerte-susurró en mis labios mientras yo seguía con los ojos cerrados, y en lo que los abría, él desapareció dejando una nube de su olor.
-Gracias-susurré pensando que me pudo haber escuchado y emprendí viaje de vuelta a casa.

FIN

lunes, 26 de abril de 2010

XIII: While strangely holy...

Hubiera sido hermoso quedarme en sus brazos por siempre, pero lamentablemente tenía que volver en algún momento, me gustara o no, tenía que hacerlo.
-Voy a volver-le prometí en un susurro y él me detuvo.
-Yo voy con vos…-sus dedos se entrelazaron rápidamente con los míos.
-Sabes que eso sería demasiado peligroso.
-No me importa-sus ojos parecían sinceros.
-Entonces vamos-mi voz sonaba insegura, algo que no podía esconder por el simple hecho de ser más humana de lo que quería ser. Corrimos por el bosque mientras la noche nos alcanzaba, llegamos a la calle principal de Port Hadlock, era más tarde de lo que pensaba, y todos nos estaban esperando ahí.
-Ya, Jared, es suficiente…-una voz única y angelical resonó cerca de nosotros. Era Pauline parada junto a toda la perfecta familia de Jared (Perfecta aún bajo la luz de la luna).
-Sam, ya es demasiado tonto que sigan con esto, así que déjenlo ya-a pesar de que entendíamos de que hablaban nuestras manos no se soltaban.
-¿Qué esperan?-preguntó la voz de mi amigo Ernest quien parecía que nada le había pasado. Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando lo vi entre los otros chicos de la manada. Hubo silencio alrededor nuestro mientras la noche terminaba de caer sobre Port Hadlock.
-No-mi voz fue rotunda atreves de la calle-¿Cuál es su problema?-estaba enojada, tal vez encolerada, a pocos segundos de transformarme en el monstruo que odiaba ser.
-¡Qué graciosa!-la voz de Camille, la vampira de cabello rubio y lacio rió muy fuerte-¿Realmente piensas que todo esto es real?-preguntó-¿Realmente piensas que un vampiro podría enamorarse de un perro?-mis cejas se enarcaron y luego le miré a él, su rostro parecía avergonzado, lo que me hizo dudar aún más.
-¿Qué?-dije aún sin soltar su helada mano.
-Es todo una trampa, Sammy-la voz de John era la que hablaba ahora-Yo trate de decírtelo…
-Pero…-mi voz era temblorosa y dudaba en si debía soltarle los dedos helados de Jared, pero es qué él no lo hacía entonces estaba más confundida, miraba para todos lados, en busca de una simple respuesta.
-Pelearemos = moriremos…-susurró una voz que no pude reconocer, porque mis pensamientos estaban a punto de sacarme de ahí.
-No...-negaba con la cabeza mientras lo repetía Thomas, como si hubiera leído mi mente-No, no, no…-una sonrisa se me escapó y solté la mano de Jared con fuerza para correr en dirección opuesta a donde todos ellos estaban, corrí hacia mi casa, entré de un portazo, escuché temblar a mi madre mientras cocinaba tratando de ignorarme, y Carl me miraba con los ojos fijos en mi nuca, controlando cada paso que daba. Subí a mi habitación y solté todo mi cabello, corrí a la ventana para cerrarla y asegurarme de que nadie entrara, cerré mi puerta también, busqué unas tijeras que tenía en uno de mis cajones y empecé a recortar mechones de mi cabello. Había descubierto que era lo que me hacía lenta, porque tenía el presentimiento de que podía ir más rápido, así que corté todo lo que pude a pesar de que se veía demasiado mal, me conformé con eso; di vuelta mi espejo y me senté en mi cama, solo pensaba en los días antes de que todo esto comenzara, todo había sido tan fácil de resolver en ese entonces… pero ahora era algo más que un simple juego, o un romance que no podía ser. Habían vidas en peligro, vidas de personas relacionadas a mí… estaba tan confundida…
En el penétrate silencio escuche una voz detrás del maullido de Chris. Era casi imposible comprenderle pero decía algo sobre salir de aquí, tal vez esa era la solución, escapar. Pero ¿Escapar sería siempre la solución a todos mis problemas? ¿Tiene acaso eso algún sentido? Era más que estúpido pensar que realmente podría escaparme de todo y ser feliz. Mi otra pregunta era ¿Lo seguía amando después de todo?

lunes, 12 de abril de 2010

XII: She likes the way he sings.

Me pasé toda la tarde junto al teléfono, seguro se les había olvidado llamarme, era lo más seguro pero ya me había pasado todo lo que quedaba del día junto al teléfono, simplemente esperando que sonara, cuando la noche cayó sobre Port Hadlock, mi abuelo sintonizó el noticiero, como siempre lo hacía y el reportaje de los campistas era la noticia que pasaban una y otra vez. “Estaban por atacarnos, pero luego pelearon y se largaron” dijo una de las señoras que no recordaba haber visto jamás. “Eran un par de lobos gigantescos, parecían osos” exclamaba empalidecida la señora que me vio y si recordaba.

-¿Estuvieron en el bosque?-la voz monótona de mi abuelo por fin hablo.

-No son vampiros los que matan a los campistas… son lobos jóvenes e inexpertos ¡Son de los nuestros!-mi madre entro por la puerta con rostro preocupado.

-¿Dónde estabas?-sonaba un poco histérica.

-Aquí… yo…-no me dejó terminar de hablar.

-¡Pensé que algo te había pasado!-se acercó a mí y me sostuvo del rostro con ojos preocupados.

-¿Qué? ¿Dónde estabas?-me alejé confundida.

-En el hospital, todo tu colegio está ahí, pensé que te había pasado por que dijeron algo de un ataque en el bosque.

-¿Estuviste en el hospital?-mi rostro y mi tono de voz ahora era como el suyo.

-sí-su voz era suave y temblorosa.

-¿Cómo esta Ernest?-no quería oír la respuesta, por puro miedo.

-Bien, aún respira-sus palabras fueron tristes pero me calmaron.

-Lo voy a ir a ver-no pensaba en nada más que ir a verle, me sentía tan culpable…

-No vas a salir así-se quejó mi madre mirándome con ojos asqueados.

-Cierto-suspiré con el rostro fruncido-Mejor me voy a cambiar-mascullé y subí directo a mi cuarto, saqué ropa limpia y me metí a la ducha. Cuando iba saliendo mire una última vez a la amenazante mirada de mi abuelo, y salí con el sol ya oculto hacia el hospital. No pensaba, solo caminaba con los brazos cruzados. Llegué a la obscura entrada del hospital, y empecé a dudar en si sería bueno entrar, no quería tener que hablar con nadie, rodeé el edificio, tratando de encontrar la habitación de Ernest guiándome por su olor, pero descubrí que estaba en el segundo piso. Hice lo mejor, para poder subir por un árbol que se encontraba a una distancia razonable y salté hasta la ventana, que creía estaba abierta, de su cuarto. Estuve unos minutos forcejeándola mientras trataba de mantener equilibrio y no caerme, hasta que logré entrar en la habitación; estaba vacía pero Ernest estaba ahí, recostado sobre la camilla con un tono pálido y casi muerto. Me senté agotada en una silla cerca de su cama, y observé el vendaje que le habían hecho cubriendo mi salvaje mordedura. No sabía que pensar, no sabía si sentirme culpable. Lo único que quería, era que nadie me viera. Podía oler a Tom y a John por todos lados, habían estado bastante tiempo sentados en esa misma habitación, y los podía escuchar caminando de un lado para otro afuera, creo que sabían que estaba adentro y por eso no querían entrar. No quise molestar más y me levanté para salir por donde había entrado. Me acerqué una última vez a Ernest, le sostuve su débil mano unos segundos, mientras trataba de recordar el día que nos conocimos; reí al recordar su pequeña sonrisa infantil de aquellos días. Tomé impulso y salté por la ventana, caí delicadamente sobre el piso, casi sin hacer ruido alguno, pero no sabía qué hacer… si volvía a casa, mi madre me bombardearía con preguntas que no respondería, quería ir a la casa de Jared, quería mirarlo, quería tenerlo cerca, ignorando los pequeños detalles peligrosos que esto implicaba, lo necesitaba. Caminé al único lugar en el que me sentía segura, el bosque; empecé a caminar, y de pronto me encontraba corriendo, no sabía si algún momento me cansaría, así que decidí ponerme a prueba. Corrí, corrí, corrí hasta el amanecer. No sabía dónde estaba, ni qué hora era pero tampoco me importaba. Era una mañana espectacular desde la cima de una montaña, podía ver Seattle desde ahí, estaba más soleado de lo que jamás se encontraba esa zona, era obvia la razón: el inicio de la primavera en el aire. Estaba bastante lejos de mi casa, y volver se me hacía una estúpida idea, considerando lo que me esperaba en casa… así que solo me acerqué hasta estar en Port Hadlock pero me quedé en el bosque.

Fue automático, casi como si pudiera leer mi mente. Cuando me puse a pensar en cada detalle del rostro de Jared, él aparecía como en un sueño fugaz, de esos que parecen demasiado fantásticos para ser reales, pero aún así se sienten reales. Se acercó a mí a paso humano, cruzó todos los arboles que tenía en frente, sacudió su cabello dorado que se interponía con sus ojos, y se sentó junto a mí en un tronco en el que yo estaba sentada. Su olor acido y venenoso me abrazo con dulzura, mientras que una de sus manos se posó muy cerca de la mía. No dude dos veces en apoyar mi cabeza sobre su hombro, no me importaba ensuciar la camisa color coral que llevaba puesta.

-Pensaba en vos-susurré tratando de que mi voz no fuese tan horrible al romper el silencio.

-Yo pienso en vos todo el tiempo…-su voz sonaba adolorida.

-Tenías razón, era uno de nosotros el que atacaba a los campistas.

-¿Dudaste de mí?-rió gravemente y apoyó su mejilla en mi cabeza.

-No podría…-sentí que le mentía a pesar de que no.

-Todos están enloqueciendo ahí abajo… Todos te buscan.

-No voy a volver-mis palabras sonaban bastante seguras a diferencia de lo que realmente pensaba, luego miré con temor sus ojos distraídos y él solo negó con su cabeza levemente.

-Necesitan una explicación…-me dijo preocupado.

-o de otro podo pensaran que tuviste algo que ver…-admití sintiendo un poco de egoísmo de su parte.

-Ambos sabemos que eso es cierto-sonrió aún negando con la cabeza-pero si vos te quieres ir… tendré que ir contigo-sonreí y demasiados pensamientos bombardearon mi cabeza lo que hizo sacudir esa pequeña sonrisa creciente que tenía en el rostro.

-No…-le dije-…Vos tenés que quedarte con tu familia, y ser vampiro-le dije con las cejas enarcadas mirándole a los ojos.

-Ser vampiro es irrelevante, no necesito eso. Te necesito a vos.

-¿te quedarías conmigo por siempre?-su sonrisa se dibujo picara y sostuvo mi mano.

-Siempre-sus ojos eran sinceros, pero algo me decía que no confiara en ellos.

Unos pequeños rayos de sol cortaron mis pensamientos cuando impactaron en su piel e hicieron que esta brillara, yo reí y el fingió estar avergonzado.

-Me encanta…-le deje saber con una sonrisa, después me le acerqué lo suficiente como para sentir el frío de sus labios, pero no los toqué, me reí y corrí hacia un claro que había cerca. Él me siguió sin pensarlo, solo que no podía alcanzarme. Cuando llegamos al claro me lancé hacia las flores que crecían tímidas sobre el césped, y le vi llegar a él corriendo segundos después con la piel toda brillante y de colores sobre la palidez de su tez, parecía un arcoíris de lejos, tan hermoso y esplendoroso. Se me acercó y me sostuvo firmemente de la cintura, me encantaba tenerle cerca, muy cerca, a pesar de su olor, él era perfecto. Me besó como la primera vez, tal vez con más emoción, porque estábamos completamente seguros de que nadie nos veía, y de que ni yo ni él saldríamos lastimados. Solo estábamos ahí, como si nada más importara, tal vez era así porque nada más importaba, su sonrisa era lo mejor que me había pasado nunca, pero una parte de mí sabía que todo esto era solo por lo que él era, y se suponía que yo tenía que sentirme así por él, lo que me hacía dudar si él sentía algo tan intenso como lo que yo sentía.

-Quisiera saber cómo eras antes de ser vampiro.

-Si lo supieras, no quisieras estar conmigo-rió.

-¿Por qué?-me reí.

-Debe haber una razón por la que no causaba tanta sensación entre las mujeres de aquella época…-se encogió de hombros.

-Mmmh-dejé salir aire-Quisiera saber todo sobre vos-no podía dejar de mirarlo, era tan perfecto que temía no volverle a ver, así que quería recordar cada detalle de su rostro.

-Demasiado por contar y muy poco tiempo-su mirada era suave y sentía como recorría mis pensamientos, con solo mirarme.

-Desde ahora, tenemos todo el tiempo que queramos.

-Entonces, si es así… pregúntame lo que se te ocurra.

-¿Cualquier cosa?-sonreí.

-Sí, pero con una condición

-Mmmh… ¿cuál?

-Déjame preguntarte cosas también.

-Pensé que ya lo sabías todo…

-Puedo predecir algunas cosas… pero no leo tu pasado-me recordó.

-Bueno, yo empiezo-me miró ansioso-¿Con cuantas chicas has estado?-le pregunté curiosa de saber si alguna de sus amigas vampiras habían tomado parte de su vida amorosa.

-Contándote… una-mis ojos se abrieron muchísimo.

-¿En serio?-me sorprendí.

-Tenés que entender que lo que soy ahora… es solo porque soy lo que soy…-yo solo sonreí tratando de imaginármelo fuera de su belleza y su resplandeciente piel de arcoíris-Bien, me toca ¿Cuánto tiempo viven los lobos?-era bastante inteligente la pregunta.

-Según lo que leí… nos estancamos en una misma edad dependiendo en cuantas veces nos transformamos, si yo decido no transformarme más, seguiré mi vida como humana corriente. Pero a tan temprana edad eso es difícil, ¿sabes? Casi no me puedo controlar a veces, por eso es que prefiero estar alejada de gente, no me gustaría estar rodeada de gente cuando me entre un pequeño ataque de rabia… no me gustaría enojarme y lastimarte… por ejemplo-sonreí sabiendo que eso era completamente imposible, por mi propia voluntad.

-No lo harías…-pasó su mano helada por mi hirviente mejilla.

-Probablemente, no-reí-Me toca…-tome aire-Ustedes no duermen nunca, eso significa que te queda muchísimo tiempo para… ¿Qué?

-Si por cuestiones de la vida, te encontrás solo como yo… te sirve para poder estudiar, mucho. Eh leído más libros de los que entran en una biblioteca, eh aprendido a tocar cada instrumento que fue inventado a lo largo de la humanidad, desde los dulces y melódicos sonidos de la lira, hasta los crudos y espesos sonidos de una guitarra eléctrica. Todo.

-¿Lo sabes todo?-sonreí intimidada por la presencia de alguien con tanta sabiduría.

-A veces saberlo todo no es suficiente. A veces sabés todo lo que se necesita saber, pero…hasta ahora, no sabía lo que realmente quería saber…

-¿Y qué es eso?

-Cómo amar-eso era todo lo que tenían que escuchar mis oídos. Probablemente sus palabras no era explicitas pero me acababa de decir que me amaba.

-¿Te gusta?-mi pregunta se acortó por el temblor de mis labios.

-Me encanta-besó mis labios con seguridad y después me abrazó al tiempo que yo me escondía en su firme y brillante pecho bajo el sol.

-Canta…-le pedí-¿podrías?

-Para ti, siempre-tomo aire, y lo que hizo no fue cantar en realidad, apenas murmullaba una pequeña melodía, pequeña y hermosa melodía de cuatro notas intercaladas, su voz grave y musical, era el complemento perfecto para que todo lo que nos rodeaba, era perfecto… sus pequeños murmuros jugueteaban con el viento haciendo que jugara con mi cabello y el suyo, llevando y trayendo una y otra vez su perfecta y hermosa voz, que era hermosa como para poder escucharle cantar por siempre, nunca me cansaría de su impecable voz, solo murmuraba pequeñas vocales de una canción sin letra y a capela, pero aún así, perfecta y hermosa. Tal y como era él.

jueves, 1 de abril de 2010

XI: There is a call.

Me quedé parada en medio del claro, esperando que algo me motivara a moverme. El cielo nublado, anunciando una lluvia parecía una tentadora razón, pero no corrí hasta que escuche a John y Tom acercarse a toda velocidad en el bosque. Me transformé rápido y corrí hasta mi casa, entré por la ventana, y Chris lo único que hacía era maullarme de modo amenazante.
-Ya basta, gato imbécil-susurré una vez estando en mi forma humana, cerré la puerta y me puse ropa nueva.
No sé en qué rato la noche cayó. Alrededor de las ocho, recibí una llamada a mi celular, no hubiera imaginado que alguien me llamara a mi celular a esas alturas, era Rayley.
-Hola-mi voz sonaba monótona sin querer.
-¿Sammy?-su voz, por otro lado, sonaba muy asustada y confusa.
-Sí
-¿Dónde estás? ¿Por qué ya no vas al colegio? ¿Pasa algo malo?-su voz ahora sonaba más asustada que confusa.
-No, no, estoy bien… no pasa nada-traté de tranquilizarla-es solo que ya no puedo ir al colegio, tengo… tengo que hacer otras cosas-admití.
-¿Jared Applewhite?-preguntó y no respondí, porque pensé que sería mejor que pensaran que era su culpa, a tener que darles una explicación-Sammy, no…-se lamentó-… ¿qué hiciste?-pensó mal.
-¿A qué te referís?-escuché titubear a mi amiga del otro lado del teléfono, pero me distraje cuando vi salir a Jared de su casa dirigiéndose a la mía. En menos de dos segundos, él ya estaba arriba, entrando por mi ventana-Ray, te llamo más tarde, ¿ok?-le susurré casi sin escucharla.
-¡¿EH?! NO SAMANTHA, ¿ESTA ÉL AHÍ?-le colgué antes de seguir escuchando sus quejas y de más.
-Jared…-su nombre salió de mis labios con la misma delicadeza con la que me levanté de mi cama.
-vine a decirte…-susurró, y me sentó junto con él sobre mi cama, de nuevo-Camille y Marion, no están aquí por casualidad-mis cejas se enarcaron sin comprender sus palabras-escucharon de vos, y lo primero que hicieron fue correr aquí. Piensan que vos y tu manada, podrían atacar en cualquier momento y ellas pelearán-mis ojos se humedecieron con pánico.
-Yo…no-mi voz trataba de sacar una buena respuesta, pero mi pánico era más grande que eso.
-No importa…-su mirada parecía triste y desesperanzada-…no sé qué hacer-admitió y se acercó a mí dejando su mano a corta distancia de mi mejilla. Creo que temía tocarme y lastimarme, o yo a él, por eso no lo hacía. Quedamos en un profundo silencio, interrumpido por un pequeño y desesperado maullido por parte de Chris, quien movía su cabeza de lado a lado, mirándole a él y después a mí, una y otra vez a la espera de algo que algo, que no comprendí qué, pasara. Jared dejo salir una risita inocente más abajo que el silencio. Con un suspiro me dejé caer rendida sobre la cama. Él se acercó a la misma velocidad que le cuesta a un jaguar acorralar a su presa.
-Todo lo que necesito en este momento… sos vos-le dije casi sin voz, pero muy segura de que él me escucharía.
-No debería…-susurró con la delicadeza de un antiguo poeta.
-¿Qué significa eso?-mi voz seguía siendo insignificante junto a la suya.
-Por qué ambos sabemos que lo nuestro es por demás imposible, y no lo queremos aceptar por…-sonrió-…por esto-agarró mi mano finalmente, y mi corazón latió descontrolado bajo mi pecho, latía de tal forma que estaba segura de que él lo escuchaba con claridad, y esa era la razón de su sonrisa picara.
-¿Sentís lo mismo?-le pregunté curiosa sabiendo que él sabía lo que sentía.
-Estoy bastante seguro de que si mi corazón latiera, latiría con la misma fuerza que el tuyo… lo cual, debo decir, es adorable-beso mi cuello con delicadeza impropia de un vampiro, después de mirarme con ese hermoso par de ojos profundos, ambos escuchamos como alguien se acercaba a paso lento a mi puerta.
-Deberías…
-Salir…-completó mis palabras.
-Sí-mi mirada se empañó con solo pensar que tal vez sería la última vez que le vería.
-Todo va a estar bien, Sammy-sus palabras salieron con la delicadeza y desapareció para cuando mi madre abrió la puerta.
-Sam, tu abuelo quiere hablar contigo-me dijo en vos delicada y un poco asustada, lo que se había vuelto normal desde que Carl le contó sobre en lo que me había convertido.
-Yo no quiero hablar con él-me quejé escondiendo mi rostro en mi almohada.
-Por favor…-suplicó y accedí a su tono de voz.
Baje con mala gana detrás de mi madre por las escaleras, mi abuelo estaba al final de estas sentado en su silla mirándonos con detalle.
-¿Qué pasó?-le pregunté sin interés, pasando junto a él hacia la cocina.
-Todos sabemos lo que pasa…-dijo en un susurro grave y poderoso.
-No, yo no sé-me encogí de hombros buscando algo de comer.
-John y Tomás están afuera…-me informó, entonces me petrifiqué con el rostro mirando dentro del refrigerador.
-¿Ah sí?-dije tratando de sonar normal-¿Qué quieren?
-Dijeron creer haber visto salir al chico Applewhite de tu habitación.
-Pff…-reí nerviosa-¿No lo hubieran visto ustedes?-les cuestioné tratando de zafarme del tema.
-No si entra y sale por la ventana-se me quedó mirando a la espera de algo.
-No sé de qué hablan-me quejé, caminando hacia la puerta de la casa.
-¿Segura?
-Duh-cerré la puerta detrás de mí. No podía evitar ser mal educada alrededor de Carl, ya me había sacado de quicio y no lo soportaba más-¡John!-le llamé y se volvió hacia mí, sus ojos brillaron por segundos a mi presencia, pero mi ira superaba su mirada y ambos fruncieron el rostro casi al mismo tiempo-Deja de decirle estupideces a mi abuelo, no tiene sentido que lo siguas haciendo.
-No, pero tiene que saber que nos estas traicionando.
-¡¿Qué?!
-Ya no eres parte de esta manada, Sam, ya no más-la voz de Thomas sonaba insignificante junto a la mía.
-¡¿Qué?!-chillé de nuevo-no me pueden botar de esta manada, es MI manada, ustedes me tiene que hacer caso a mí, no yo a ustedes… Eso significa que no me pueden botar de mi propia manada.
-Ya lo hicimos, Sammy-por alguna razón John no podía hablar conmigo, sus ojos solo me miraban con un cólera que no entendía.
-¡NO!-mi gritó fue un poco más fuerte de lo que esperaba que fuera, entonces corrieron hacia el bosque, los dos sin parar ni un segundo. No tenía sentido, así corrí detrás de ellos, casi los perdía de vista cuando comprendí que corriendo a paso humano jamás los iba a alcanzar. Mientras corría entre esos enormes y espesos árboles me saqué todo lo que tenía puesto, lo deje junto a un árbol que me tuve que memorizar en segundos, y corrí ahora a pasos de lobo. Alcanzarlos a este paso fue más fácil de lo que jamás hubiera pensado, llegamos a un claro bastante pequeño, que estaba justo en medio del bosque casi al final de un precipicio al vacio y yo estaba lista para matarlo. Por alguna razón, los sentimientos de ira y frustración se hacían más fuertes cuando se era lobo. Los susurros de la dulce voz de Thomas me pedían no lastimar a John, pero mis impulsos eran más grandes y feroces, además John quería que peleara con él. Ya lo tenía bajo mis fuertes patas, tenía tanta ira acumulada dentro de mí que era difícil controlarme.
-No-la voz de John retumbó en mi cabeza más fuerte de lo que jamás lo había hecho-¿por qué no miras mejor?-su voz era pacifica y tranquila, me asomé unos pasos al precipicio que creía caía al vacio. Estaba un grupo de campistas a unos kilómetros, simplemente armando su campamento, no entendí que era lo que John quería mostrarme, entonces esperé.
-Rastreamos a los asesinos de campistas… y queremos mostrarte lo seguros que estamos de que son tus amigos las sanguijuelas-la débil voz de Thomas me lo explicó todo, traté de ver más allá de los árboles que se sacudían en dirección a los campistas, a la espera del rostro de Camille o Marion, tal y como los pensamientos de Thomas me lo mostraban, pero fue sorpresa para todos encontrarnos con uno de los nuestros, se apareció delante del más anciano de los campistas, quien se quedó paralizado a su enorme tamaño y hermoso pelaje chocolate, hubo silencio completo, nadie decía nada, nadie se movía. Un gruñido se escuchó por debajo de lo bajo por parte del lobo junto a los campistas. Seguido por los ojos de una de las señoras que estaba ahí mirándome en la distancia, le oí susurrar que pensaba que yo también iba a atacar.
Todos los débiles humanos temblaban con pavor, lo que hacía que la boca del lobo debajo de nosotros se aguara con rapidez. Con cada movimiento que el lobo hiciera, yo saltaría a descargar mi ira en él y lo llevaría hasta donde esta John. Nade se movió por mucho tiempo, el lobo abajo nuestro sabía de nuestra presencia y de lo que haríamos, así que tendría que pensar muy bien antes de hacer lo que sea. Aún así casi doce minutos después, se lanzó hacía el viejo que tenía enfrente suyo, casi al mismo tiempo salté yo encima suyo, no temía lastimarle, porque simplemente no pensaba en eso. Le mordí el cuello para paralizarlo unos segundos y poderle separar de los campistas, pero mi mordedura fue más allá y lo lastime casi mortalmente para cuando lo llevé donde estaba John y Thomas. Pudimos ver transformarse en humano al lobo al que pensaba yo había terminado con su vida hace pocos segundos atrás, y vi a un agonizante chico al que le costaba respirar y botaba sangre al toser. Me acerqué aún más y traté de ver de quien se trataba, tuve miedo cuando reconocí sus ojos grises y el cabello chocolate, era Ernest, pero no entendía como podría ser él, justamente él. Me paralicé frente a su presencia, miré confundida a John y Tomas que se acercaron tratando de ayudar a Ernest, pero era muy tarde, su rostro pálido y sus ojos distanciados, se habían ido y ya no temblaba, solo estaba recostado de lado sobre la tierra húmeda dando algunos suspiros pesados. Corrí para el otro lado, hacia donde estaba mi ropa, cuando llegué me senté para poder vestirme. Pero las lágrimas me ganaron, todos eran lobos, todos sabían que yo también lo era… pero yo los estaba traicionando con unas… sanguijuelas.
Podrían revivir a Ernest, si John y Thomas lo llevaban al hospital a tiempo, claro. Pero John estaba equivocado, era uno de nosotros el que estaba matando, un tonto e inexperto lobo… tal y como lo había dicho Jared. Pero ¿Quienes más podrían ser lobos?
Corrí a mi casa si haberme atados los cordones, sin calcetines o cualquier otro tipo de ropa interior, solo mi musculosa, mi short y ese par de zapatillas desgastadas. Alcancé el teléfono con lágrimas aún en los ojos, y llame a emergencias. Les indiqué el lugar donde estaba pero no me sentí lo suficientemente fuerte como para ir con ellos. Esperé a las noticias de Ernest antes de ir al hospital, pero nunca llamaron.

martes, 23 de marzo de 2010

X: He isn't coming after all

Ir al colegio ya no era mi prioridad, había cosas más importantes que hacer, y todos en mi casa lo sabían, a pesar de que nadie hablaba del tema. Fue un miércoles, después de casi un mes que decidí que era demasiado tiempo sin ir al colegio. Alisté mi mochila y caminé hasta mi aburrido colegio al final de la calle. Absolutamente nadie me dirigía la palabra, sabía que esto pasaría, pero aún así me arriesgué a caminar por esos viejos pasillos que me traían demasiados recuerdos.
Durante la clase de Literatura, fui completamente ignorada por mi mejor amiga, no esperaba menos, en realidad esperaba algo más, muy propio de Bridghet. En el almuerzo, mis amigos no quisieron sentarse conmigo, y fue ahí cuando me di cuenta de qué Jared no estaba. Caminé con pasos temerosos hasta una mesa vacía arrinconada en el comedor. No tenía hambre estaba demasiado enojada, y a pesar de que ya casi su imagen se había borrado de mi mente, no podía dejar de pensar en él. Me daba rabia estar entre personas que decían ser mis amigos, y ahora siquiera me hablaban, así que me fui del colegio y me dirigí al bosque. Camine a paso humano sin rumbo alguno hasta que llegué a un claro en medio de todo. Lo único que hice fue caminar hasta el centro del claro y recostarme sobre el pasto alto. Trataba de concentrarme en los sonidos, olores, texturas del bosque en general, cuando en un abrir y cerrar de ojos su particular y acido olor me abrazó haciéndome sonreír, no me moví porque sabía que se dirigía donde yo estaba recostada.
-Fui al colegio para verte, y no estabas-susurré y él solo se sentó junto a mí-Hace tanto que no te veo que casi me olvide de tu voz-esta vez era una forma de hacerlo hablar y despertarme de mis sueños, porque él era aún más perfecto de lo que imaginaba y su sonrisa… su sonrisa lo tenía todo.
-Es extraño…-susurró al mismo tono que yo-…porque tus amigas piensan que es por mí que no vas a clases, y te alejaste de ellas.
-Si solo supieran…-suspiré-…Es inútil luchar contra lo que soy, ¿Pero entonces, por qué lo sigo intentando?-mi voz casi se apagaba por completo.
-Porque eres más humana de lo que piensas.
-Soy tan humana como vos…-le repuse con una media sonrisa-¿Cuan humana me haría eso?
-nada-rió-por eso es que no sos como yo-sostuvo mi mano con cuidado-vos tenés calor corporal-sonrió-tu corazón sigue latiendo, el mío paró hace mucho tiempo…-negó con la cabeza-no te podes comparar conmigo, ni por un segundo.
-¿No te cansa…-le pregunté sin dejar silencio entre sus palabras y las mías-Estar… solo?
-No estoy solo…-su afirmación fue confusa.
-Yo sé que estas con tu familia, yo también… pero en el fondo ambos sabemos que nos sentimos solos. Ahora entiendo cuando dicen que uno nace solo y se muere solo.
-Me siento solo, pero no creo que sea por las mismas razones que las tuyas-Me dijo. Yo sonreí y accedí a explicarle.
-No hay nadie más como yo. Eso me hace sentir incomoda, en especial con los de mi manada… es muy difícil seguirles el paso, aún sabiendo que ellos deberían seguir el mío. Siento como si nadie pudiera comprenderme, me siento… sola-me encogí de hombros.
-Tal vez te sientas así porque no perteneces aquí-tenía sentido.
-No hay manera de que mi verdadera manada este en Nunavut-reí dejando salir mucho aire a pesar de que tenía sentido-¿Por qué te sentís solo vos?-le pregunté con una sonrisa en el rostro.
-…Nunca fui capaz de mantener a alguien, fuera de mi familia, por mucho tiempo conmigo-no me miraba-creo que cuando veo a Whinnie y a Claudious juntos me hace pensar que eso es lo que siempre quise, pero nunca fui capaz de tener.
-¿Y Pauline?-le pregunté curiosa.
-Ella sí-sonrió de lado y cambió de tema-Pero yo pensaba que no iba a ser capaz de amar a alguien, o algo parecido… hasta que te conocí-su voz se hizo pequeña y yo reí.
-No podes decir que estas enamorado-negué con la cabeza sentándome a su altura-es una locura, ¡hasta para mí!-reí.
-No sé si estoy enamorado-admitió-pero es solo que, nunca sentí lo que siento ahora… en este momento… aquí… con vos-sonaba nervioso, algo que yo creía los vampiros no tenían.
-Entonces…-callé antes de decir lo que pensaba, hubo silencio antes de que volviese a hablar-Bésame como la primera vez-le pedí.
-¿Me prometes que no me vas a morder?-se mofó y con cuidado se acercó a mí. Todo iba simplemente perfecto, hasta que un olor desgarradoramente agrio y fuera de todo lo que había olido antes, me abofeteó obligándome a mi misma parar y ver de quien se trataba. En la profunda distancia vi acercarse tres esbeltas figuras femeninas, que bien tenía claro que eran vampiros, pues no podían ser humanos ya que los humanos no poseemos tal gracia y belleza deslumbrante como lo tenían ellas. Pude reconocer a Pauline a la izquierda de las otras dos vampiras, pero estaba completamente petrificada. Me volví a Jared y tenía el rostro preocupado, ambos nos paramos a la misma velocidad sobrehumana, y miramos como se nos acercaban con gracia estas tres mujeres.
-¿Qué hacen aquí?-preguntó Jared juntó a mí.
-Vinimos a buscarte, ¿esta eso mal?-la divertida voz de la pequeña trigueña junto a Pauline resonó alrededor del claro.
-Queríamos asegurarnos de que estabas bien…-afirmó la rubia de pelo lizo, que no era Pauline.
-Y ahora sabemos que… no-sonrieron al mismo tiempo estando frente a nosotros. Él caminó un paso adelante, como si tratara de protegerme. Dejó su mano cerca de la mía sin tocarla, pero lo suficiente como para que sintiera su fría piel-¿Quien es tu amiga?-los ojos de la trigueña se posaron sobre los míos, eran rojo sangre, y sabía que la sed corría en el aire.
-No es amiga, ¿Qué no lo ves?-la sonrisa malévola de la rubia con cabello lacio se dibujó perfecta sobre su rostro-Es un perro-todas se miraron.
-Mejor dicho, una perra-las risitas divertidas de las tres resonaron por todo el bosque en una dulce melodía después de que Pauline dejara salir sus palabras.
Justo cuando estaba por responderle, un gruñido molesto salió de los labios de Jared. Ellas callaron.
-No era para que te enojes, Jared-sonrió Pauline sin quitarle la mirada de enzima-Además, ya que aparentemente pasas demasiado tiempo con ella, quería que conozca a un par de amigas de la familia, eso no está mal, ¿o sí?-Jared no dijo nada, pero se hizo a un lado-Genial, Samantha, esta es Camille-apunto a la rubia que mantenía seriedad-y esta es Marion-la trigueña parada junto a Pauline arrugó su nariz haciendo que su gesto de asco pareciera adorable.
-Vamos-ordenó Jared, y arrastró a Pauline, dejándome atrás mientras las otras dos vampiras les seguían a paso acelerado, para después desaparecer en el bosque.

domingo, 21 de marzo de 2010

IX: Come for a rain

Me fui a mi casa antes de lo esperado, pero no antes de pasar casi toda la fiesta intercambiando miradas con Jared. Su compleja perfección era algo que me costaba entender, tal vez tenía que ser perfecto y hermoso para así atraer a pequeñas presas de niñas estúpidas como yo. Mi ventaja era que en cualquier momento, esto cambiaría y yo no sería más la presa, sin no la cazadora, temía tanto ese momento… lo que no sabía era que estaba más cerca de lo que pensaba. Llegué a mi casa con un indescriptible dolor de cabeza y con el estomago todo revuelto, cuando mi madre acudió a ayudarme descubrió que ardía en fiebre lo que la asusto demasiado y me metió dentro de mi cama ¿Era acaso posible estar con tanta fiebre y no delirar? Todo me parecía tan confuso, no recuerdo bien esa noche, solo sé que desde ese día todo fue diferente. Al día siguiente, no pude soportar estar tanto tiempo dentro de mi cuarto así que corrí al bosque con más preguntas, sabía que él me seguiría, o por lo menos tenía el presentimiento de que algo así pasaría. Caminaba a paso apresurado, con la mente en blanco, no tenía idea de lo que había pasado la noche anterior. Caminaba tan rápido que casi corría. Mi respiración era normal y no había rastros de su olor. Todo fue diferente cuando escuche que algo muy grande se acercaba a mí, obviamente no era él. Eran dos, y venían a mucha velocidad, directo a mí. Una vez más, no tuve miedo, me paralicé con los pies bien puestos sobre la tierra visualizando alrededor mío cada rama que se movía, pronto estas dos bestias desconocidas se detuvieron, un profundo y siniestro silencio se produjo en mi parte del bosque. Pronto con las imágenes de dos figuras humanas acercándose llegó un olor completamente familiar y delicioso, entonces estaba segura de que no era él. Después de unos segundos, las dos figuras tomaron forma bajo el sol y una sonrisa se dibujó en mi rostro sin querer.
-Viniste…-sonrió John que ahora me parecía muy familiar.
-¿Viste?-rió el más bajito, Thomas-Te dije que iba a venir, mi sonrisa se desdibujo cuando se acercaron a mí.
-¿Venir?-pregunté mientras sus cuerpos tocaban la luz, solo llevaban un par de jeans desgastados. Ni siquiera zapatos. Los cuerpos de ambos estaban bastante bien trabajados y era bastante hermosos a mis ojos inexpertos.
-Anoche no querías venir, pero aquí estas…-sonrió de nuevo Thomas que probablemente tendría un par de años menos que nosotros.
-¿anoche?-mi voz no sonaba temblorosa, pero di dos pasos hacia atrás-¿De qué se trata esto?-pregunté enarcando las cejas.
-Tenemos que planear como destruirlos…-sonrió John bastante cerca-¿te acordás?-volvió a sonreír.
-¿Destruir… a quien?-estaba bastante confundida, pero al final entendí-¡NO!-chillé enojada-¡No van a lastimar a nadie!-mi voz sonaba autoritaria y enojada.
-También te dije que no estaría de acuerdo…-replicó Thomas cayendo sentado sobre el piso cubierto de hojas secas.
-¡Estas aquí para eso!-me levantó la voz John mientras sus ojos ardían.
-No voy a hacer nada que lastime a gente que no hizo nada-le dije acercándome probablemente demasiado a él y sus ojos encendidos.
-Están matando gente… pronto su sed no será controlable y se almorzarán a todo el pueblo-los ojos de John tenían una chispa que estaba a punto de estallar.
-No-le desafié y este sacudió su cabeza caminando hacia atrás, de un salto y en menos de dos segundos ya no era más humano. Un descomunal lobo estaba parado enfrente de mí gruñéndome, mientras yo me mantenía en completo silencio escuchando únicamente el palpitar descontrolado de mi corazón. Thomas se levantó asustado, pero sabía que esto era tan normal como me parecía. Mi respiración era controlada a pesar de lo aterrada que estaba, aún sabiendo que todo esto era normal.
-Nadie va a lastimar a nadie-repetí con un tono autoritario.
-Ya la escuchaste John, vámonos…-le sugirió Thomas con una media sonrisa, el animal frente a mí lo miró y agachó la cabeza caminando hacia él. Thomas levantó todos los restos de la ropa de John del piso y se alejaron en leve trote. Al tiempo que ellos se alejaban una lluvia pequeña se empezó a desatar en una enorme lluvia muy típica de Port Hadlock, no tenía prisa y no me importaba mojarme, caminé a paso lento hasta la puerta de mi casa, me volví a la casa de los Applewhite, esperando qué él estuviera cerca, pero era imposible ver algo detrás de aquellas persianas perfectamente blancas, abrí la puerta de la casa y Carl estaba junto a la ventana mirando el bosque del que acababa de salir, la televisión estaba prendida, pero él no le prestaba atención. Otro ataque se había registrado a los alrededores de Port Hadlock, no sabían que era, pero estaban seguros de que era algo grande y vendría en cualquier momento. Caminé con los zapatos mojados hasta mi cuarto, y tan pronto abrí la puerta lo encontré sobre mi cama contemplando el techo con mucha paz, era tan hermoso y perfecto que estaba mal. No había notado antes las marcas que tenía sobre su cuello y brazos, pequeñas marcas en forma de medias lunas color plateado. Caminé hasta caer juntó a la cama y me apoyé cerca de su brazo. El solo se quedó mirándome en silencio.
-¿Pasa algo malo?-le pregunté temerosa de que supiera lo que ya me había convertido.
-¿Algo… malo?-frunció el seño, y ladeó la cabeza.
-Ya no me podes lastimar-le sonreí pensando que eso sería algo bueno.
-Pero apuesto que vos me querés matar a mí-rió desanimado sentándose sobre mi cama a una velocidad impresionante. Me le acerqué subiendo a la cama sin quitarle los ojos de encima y sonreí estando lo suficientemente cerca.
-Pero no lo voy a hacer-sonreí repitiendo sus palabras.
-¿Segura?-aquel susurro sobre mis labios fue por demás temeroso, pero se lo aclaré con un pequeño beso egoísta, que no me explicaba porque ahora se le había ocurrido terminarlo ahí.
-No cambié-le prometí-Sigo siendo yo-sonreí en espera de una sonrisa.
-Sabes que tan mal esta esto, lo sabes bien.
-Pero de verdad quiero estar con vos. No dejaría que nada malo te pasara, a vos o a tu familia…-era una promesa tonta que trataría de cumplir-…Hablé con ellos… los lobos, les dije que no hicieran nada-suspiré sobre sus labios y me eché a un lado suyo.
-Eso no va a cambiar nada…-se agarró la cabeza con ambas manos.
-Me tienen que hacer caso-le afirmé-no va a pasar nada malo.
-Eso es porque no me odias todavía-susurró pero fue lo suficientemente alto para escucharlo claramente.
-¿Me odias?-mi seño se frunció en espera de un no.
-No podría… pero así son las cosas-sus ojos obscuros para ese momento se posaron sobre mí en un doloroso perdón.
-¿Entonces eso es un sí?
-Eso es un… no-negó con la cabeza-pero debería, lo haré-inesperadamente se acercó a mí con lenta delicadeza-Hay algo en vos, que es…-rió entre dientes dejando ir su dulce, empalagoso y acido olor hacia mí-irresistible…-susurró nuevamente sobre mi cuello, dejando sobre mí férvida piel, un helado beso. La lluvia golpeaba mi ventana completamente enloquecida-…es como la lluvia-sonrió acostándose junto a mí-No podes evitar que la lluvia caiga, ¿no?-quedamos en silencio mientras él me miraba con ojos intensos, yo trataba de que su olor no fuera tan acido y empalagante. El silencio solo hacía que las gotas que golpeaban mi ventana sonaran aún más fuertes.
-¿Qué te hiciste aquí?-le pregunté pasando mi dedo sobre todas las cicatrices en forma de media luna, que subía desde su muñeca hasta donde su camisa comenzaba.
-¿Recuerdas que te conté que Pauline me convirtió?-Preguntó y reímos por que usó las mismas palabras para explicarme otra historia. Yo asentí con la cabeza y él me sonrió increíblemente adorable-Estaba tan desesperado por morir… que en lo que me escapé de ella… intenté matarme-bajó su cabeza avergonzado de sus palabras-…Pero como sabrás: es muy difícil matar a un vampiro. Solo hay dos cosas que pueden matarnos, y ambas están en este mismo cuarto-me miró seductor con los ojos plantados en mí lo que me hizo comprender.
-Los lobos… y los vampiros-mi voz sonaba confundida, casi como si se lo estuviese preguntando.
-Nosotros, somos monstruos-se quejó-un monstruo puede ser matado solo por otro monstruo-sacudía de lado a lado su cabeza con decepción, pasaron unos segundos y un olor familiar nos abrazó-Hablando de monstruos…-masculló entre dientes y se paró junto a la ventana con una impresionante velocidad, abrió la ventana, y me dio una última mirada.
-¿A dónde vas?-le pregunté casi sonando asustada.
-No puedo estar aquí…-miraba a el piso y hubo movimiento precipitado, indicando que los míos se acercaban.
-¿Te voy a ver de nuevo?-le pregunté realmente considerando que eso no sería posible. El no respondió y más rápido de lo que mis ojos pudieron ver, él desapareció de la habitación. Corrí a la ventana para ver si podría verle una última vez, pero él no estaba. Me volví a mi cama y fue cuando escuche que alguien entró a mi cuarto, me volví con las esperanzas de encontrarme con Jared, pero solo vi la figura semidesnuda de John, quien solo llevaba unos desgastados Jeans.
-Te dije que no eran amigos, vos dijiste que no atacarían… entonces ¿por qué vinieron más sanguijuelas?-su voz sonaba enojada y casi desesperada, pero todo en un leve susurro.
-¿eh?-enarqué las cejas sin comprender.
-Dos sanguijuelas mujeres llegaron esta tarde, ¿No te lo dijo verdad?-sonrió con picardía y rodeó el cuarto.
-No…-susurré pensando por qué no lo habría dicho.
-El solo esa jugando con tu cabeza, se supone que todo en él te tiene que resultar atractivo-su voz me rodeaba con cada paso que hacía alrededor mío.
-No…-negué segura.
-Piénsalo bien, eso le convendría…-sonrió para dirigirse de vuelta a la ventana.
-¡Espera!-le detuve antes de que saltara-¿A dónde vas?-le pregunté, esperando algo más que una respuesta.
-vigilaremos el bosque…-sonrió-¿quieres venir?-asentí tímida con la cabeza y le seguí. El saltó para caer, cual gato sobre la tierra. Estaba a punto de saltar cuando Chris maulló con tono de preocupación.
-Yo puedo hacer esto-me dije a mi misma, sonando como si estuviera hablando con el gato. Tome impulso y salté. Caí cerca de un árbol sobre mis manos y rodillas como una pluma. Me levanté y empezamos a correr, no estoy muy segura de cuándo pero de un segundo a otro en el que nos encontrábamos zigzagueando los árboles, lo empecé a ver todo de una altura diferente. No era yo, y podía escuchar unos pequeños susurros incomprensibles dentro de mi cabeza mientras la lluvia caía de nuevo.

jueves, 18 de marzo de 2010

VIII: Where is your selfish kiss?

En la mañana me desperté con los susurros de mi madre, lo que me hizo saltar de golpe pensando que Jared seguía conmigo.
-Tranquila, tranquila-susurró mi madre con una sonrisa. Miré a todos lados pero no lo encontré, se había ido o estaba muy bien escondido-¿Qué quieres desayunar?-me preguntó mi madre aún en pijamas.
-Mmmh…-suspiré-Haceme lo que quieras-le dije sonriendo y salió del cuarto.
Bajé para tomar desayuno ya lista para salir al colegio sin rastros de Jared en mi cuarto. Mi abuelo se encontraba escuchando las noticias mientras comía su desayuno lentamente. Me sorprendí cuando sacaron de nuevo la noticia de los ataques, que estaban cada vez más cerca. Sabía que no era Jared o ninguno de su familia, sabía que era uno de los nuestros, a pesar de que eso le costara entender a mi abuelo quien todavía no me dirigía la palabra.
-Mamá, esta noche hay una fiesta…-dije un poco tímida-Los padres de Bridghet nos invitaron a todos-miré a mi abuelo dudando.
-¿Fiesta?-preguntó mi madre-¿Para qué?-su voz sonaba escéptica.
-Para los Applewhite-escuche caer la cuchara de Carl junto a mí sobre su plato de cereal. Nos dedicó una larga mirada mientras esperaba que alguien dijera algo. Cuando mi madre empezó a considerarlo él se lanzó a la defensiva.
-¡No Regina!-gritó la voz de Carl pronunciando él nombre de mi madre-Nadie va a asistir a esa fiesta-sonaba tan molesto que mi madre no dudó en contradecirle.
-¡Pero mamá…!-protesté-…Los Shugair se van a ofender, vos conoces al jefe de policía… -le recordé pero eso solo puso más furioso a Carl.
-No, No y no-dijo mirándome con ojos encolerados.
-¡La única vez que pasa algo interesante en este estúpido pueblo, no me dejas disfrutarlo!-nunca le había gritado de esa forma a Carl.
-No será divertido, no vas a ir Samantha, es mi última palabra.
-¡No es tu decisión de todas formas!-seguía hablando en tono fuerte-Mamá…-le miré esperando que dijera algo.
-Mira, Carl…-comenzó ella tratando de sonar razonable-Ella nunca se divierte… dejemos a un lado tus supersticiones y…
-No. Regina, dije que no-se estaba alistando para dar la vuelta a su rechinante silla de ruedas-además si viven bajo mi techo, viven bajo mis reglas-concluyó ya sin mirarnos.
-…eso no tiene sentido, nosotras no elegimos vivir aquí-susurré lo bastante fuerte como para que me escuchara y salí con mi bolso para afuera, donde me encontré con un sol radiante que me recordó que no le vería.
Llegué al colegio, con probablemente cara de muy pocos amigos y me encontré con Rayley.
-¿Qué paso?-me preguntó tratando de hacerme reír.
-No voy a ir esta noche-me pasé los dedos por el cabello tratando de parecer que no me importaba.
-¿No?-se sorprendió algo entristecida-¡¡Pero va a estar buenísimo!!-me alentó a lo que ya sabía.
-Carl no quiere que vaya…-susurré molesta y suspiró pesado junto a mí-ni modo…-me encogí de hombros y pasé clases, me parecieron aún más largas de lo normal. Pero por fin acabarían. Caminé como cualquier día a mi casa, pero antes de entrar, me detuve afuera para mirar su casa, tenía las esperanzas de encontrarme con su mirada detrás de alguna ventana. Probablemente me estaba mirando, pero no le alcancé a ver. Caminé con pasos pesados hacia la entrada, deje caer mi bolso cerca de la puerta y me senté en la cocina mientras mi madre preparaba algo como siempre.
-¿Qué planes Sammy?-me preguntó y le miré enojada, lo que le pareció gracioso-¿Qué tal si vas a la fiesta por nosotros, y yo te cubro por esta noche?-su sonrisa fue una enorme luz para mí, siempre me hacía conseguir cualquier cosa que quería.
-Gracias, mamá-le agradecí con una sonrisa de alivio en el rostro, subí casi corriendo a mi habitación para mandarle un mensaje a Rayley avisándole que si iba a ir. Llegué corriendo con una sonrisa, abrí la puerta y él estaba sentado en la sombra creada entre mi escritorio y la ventana.
-¿Cómo…?
-Te vi llegar, y me adelante-sonrió-además si no vas a ir la fiesta quiero estar con vos…
-Pero… si voy a ir-sonreí mirando la delicada distancia que había entre su piel y el sol.
-¿Curiosidad?-sonrió con la mirada un poco traviesa, yo solo asentí con la cabeza sin sonreír por miedo a ver qué pasaría si su piel tocaba la luz. Lentamente levantó su mano de su regazo y la fue exhibiendo al sol sin dolor alguno. Fueron menos de unos segundos cuando su piel de mármol empezó a tomar brillo, reluciendo como si tuviera millones de cristales dentro de su piel. Era hermoso aún más hermoso.
-¿No te duele?-pregunté temerosa y él solo sonrió.
-No… pero si saliéramos en días así, la gente sospecharía que hay algo raro en nosotros… ¿No?-rió adorable.
-Probablemente…-me senté frente a él olvidando que iba a hacer. Nos quedamos en silencio mientras él me observaba con cuidado, al igual que yo hacía con él. Cada facción de su perfecto y marmoleo rostro era impresionante, tan quieto e inmóvil que podría pasar desapercibido como una estatua. Sus ojos color miel dorada eran brillantes y llenos de historias que me moría por escuchar, adornados con grandes pestañas que hacían que sea aún más hermoso. Bajo sus ojos perfectos se encontraban unas ojeras no muy notorias ni grandes, pero esto no cambiaba absolutamente nada en su perfecto rostro. Y sus labios… esperaba tanto queriendo besarlos, pero perdía mi tiempo porque eso solo sería un problema más.
-¿Puedo probar algo?-me preguntó frunciendo el seño y yo asentí aún aturdida por su belleza. Pasó una mano por mi rostro, haciendo que me pusiera con piel de gallina, una pequeña sonrisa se dibujo cuando sintió mi piel bajo sus helados dedos. Empezó a dibujar con delicadeza mis labios, cerré mis ojos involuntariamente, siendo incapaz de ver que hacía, mi respiración se aceleró cuando sentí que estaba cerca, mi corazón nunca había latido tan rápido y tan lento a la vez. Lo que creo fue la razón de su risita.
Fue todo tan rápido, el desapareció y mi madre entro por la puerta con mi mochila, abrí los ojos y me encontraba totalmente sola en la habitación.
-Te olvidaste de esto-me dijo y lo dejo arriba de la silla donde él estaba-Creo que deberías alistarte-me aconsejó.
-Creo que sí…-miré por la ventana y no había rastros de él.
Corrí a bañarme y alistarme, no me hacía frío a pesar de que sentía que había una pequeña brisita anunciando tal vez una nevada, me puse una remera de cuello ancho y un jean cualquiera, salí por la ventana después de despedirme de mi madre. Caminé hasta el lugar donde la fiesta iba a tomar lugar, todos estaban ahí, entré tratando de pasar desapercibida. Casi lo logro si no hubiera sido que Rayley gritó mi nombre mientras cruzaba a zancadas el salón, sonreí tímida mientras todos se volcaban a verme, ella llegó sonriente y con la respiración entre cortada.
-¡Pensé que no ibas a venir!-me sonrió emocionada.
-No iba, pero aquí estoy…-le sonreí de vuelta.
-Ven, Bridghet nos va a presentar a los Applewhite…-me jaló del brazo llevándome hasta donde Bridghet estaba parada junto a su papá y lo que posiblemente serían las personas más perfectas que jamás había visto en toda mi vida. La joven que estaba parada junto a Jared, era una rubia no mucho más alta que yo, con unos risos dorados que le caían bajo sus hombro y una pequeña sonrisa oculta entre sus labios. Del otro lado del padre de Bridghet se encontraba, un señor de cabello marrón chocolatoso y una sonrisa completamente amigable, sostenía con una mano una copa de cristal que a sus pálidos dedos parecía demasiado frágil, y en la otra estaba la mano de esta hermosa señora, su sonrisa era muy maternal, tenía el cabello rojo caramelo, que caía suave por debajo de sus orejas.
Nos acercamos lentamente, estaba nerviosa porque sabía que me olerían, estando ya a una distancia razonable, en donde yo podía percibir sus empalagosos olores vampíricos, todos arrugaron la nariz al mismo tiempo, fue entonces cuando la mirada de Jared se iluminó buscándome entre la multitud. Sonreí a tal reacción, caminé con pasos seguros hasta donde ellos estaban, siguiendo a mi emocionada amiga.
-Hola-mi voz sonó más tímida de lo que realmente quise que hubiese sonado.
-¡Samantha!-se emocionó la voz del padre de Bridghet-Samantha Green, ellos son, el oficial Claudious Applewhite, Whinifred Applewhite… su esposa, Jared y Pauline, que creo ya conoces…-Cuando él pronuncio el nombre de Pauline, esta frunció el seño en señal de desaprobación, tal vez porque lo pronuncio mal y eso le molestó. Pero sentía que su gesto tenía que ver conmigo. Después de eso, caminamos para diferentes sentidos, pensé que no lo vería en toda la fiesta, pero saliendo del baño un momento de esos, me lo encontré esperándome… me sonrió y caminamos hacia afuera.
-Desapareciste de mi cuarto-le acusé entre risas.
-Sí, suelo hacer eso…-rió conmigo.
-No le gusto a tu hermana, ¿verdad?-suspiré decepcionada.
-No es que no le gustes, si no que… sos… ya sabes…-ladeó su cabeza y luego sonrió, caminamos unos metros en silencio mientras yo trataba de preguntarle cosas, pero la formulación de las preguntas eran demasiado tontas, no podía hacerlo.
-¿Querés preguntarme algo?-se preguntó viendo mi expresión.
-¿Qué ahora sos psíquico?-me reí y él ladeó la cabeza, entonces me quede mirándole sorprendida.
-No psíquico, pero sé que va a pasar…
-Predecís el futuro…-entrecerré los ojos sin creer.
-No exactamente, o sea no con imágenes… son más como… corazonadas que son ciertas.
-Oh…-entré en razón-…por eso sabías que iba a hacer sol…-sonreí y él asintió.
-Bueno… ¿cuál era tu pregunta?
-¿Cómo conociste a tus padres?-le pregunté mirando por uno de los vidrios a las figuras perfectas de Claudious y Whinifred Applewhite.
-¿Recuerdas que te conté que Pauline me convirtió?-asentí mirándole fijamente-Bueno, me enojé tanto con ella por hacerme eso qué decidí escapar… corrí varios días, semanas, meses… hasta que llegué a un pequeño pueblito Florentino… era hermoso y pacifico. Fue ahí donde aprendí a que no solo puedo vivir de sangre humana, Whinnie vivía en una cabaña cerca del bosque con su hija que llevaba años enferma-contaba su historia mientras caminaba y él me rodeaba a mi paso lento y humano-cuando ella murió, Whinnie estaba muy deprimida… no tenía planeado convertirla, porque no quería eso para nadie más-su rostro de piedra se volvió a fruncir pero siguió hablando-no le dolió, así que fue nada-se encogió de hombros-después de eso nos dirigimos en busca de Pauline, Whinnie desde que llegué a su casa fue como una madre para mí, y extrañaba mucho a Pauline, la buscamos mucho hasta que terminamos en el lugar menos esperado, Volterra, en la misma Italia. Había un grupo de supuestos Vampiros rebeldes, y entre ellos Pauline y Claudious. No esperábamos salvar a Claudious, pero terminó viajando con nosotros y al final, se enamoró tan profundamente de Whinnie qué dejo todas sus dietas… humanas para hacerla feliz-sonrió y paramos, le miré confundida.
-¿Por qué te enojaste con Pauline si te salvó la vida?-le pregunté pero pareció molestarle.
-Yo tenía que morir… e ir al cielo. Pero ahora, moriré e iré al infierno…-su rostro estaba tenso.
-No vas a morir-me tensé yo y una pequeña sonrisa picara se dibujó en su rostro perfecto, hubo silencio nuevamente, pero esta vez solo nos quedamos mirándonos en la leve obscuridad que nos iluminaba-¿…en todo este tiempo, nunca te enamoraste?-pregunté tímida y él negó con la cabeza.
-Pero sí eh leído mucho sobre eso-sonrió otra vez pícaro y se acercó hacia mí aún más de lo que ya estaba, su olor podría haber sido insoportable para ese momento, pero con tanta adrenalina dudo que ninguno de nosotros lo hubiésemos sentido. De repente sentí como mis ojos involuntariamente se cerraron a la espera de un beso completamente egoísta y escaso de todo lo que yo quería. Pero me sorprendió sentir sus labios helados y duros sobre mis labios completamente diferentes, colisionar de la forma más natural de la que jamás había pensado que yo podría haberle besado, de un segundo a otro me encontraba acorralada por sus fuertes y fríos brazos sobre la piedra fría de alguna pared, mientras mis manos dudaban en caer sobre sus mejillas o su cuello, me daba la impresión de que si lo hacía todo terminaría tan fácil como empezó. Me equivocaba por que cuando deje caer mis manos sobre su cuello, abrazándolo delicadamente hacía mí, su reacción fue más emoción al susodicho beso. Por él el beso hubiera durado toda la vida, pero lamentablemente tenía que respirar, me dejo ir cuando sintió mi falta de oxigeno, nuestros labios ya no se tocaban, pero mis brazos seguían rodeando su cuello delicadamente.
-No me esperaba eso-susurró él dibujando mis labios con un dedo.